sábado, 30 de junio de 2012

TEMA: LA PRACTICA DE LA PALABRA


La Práctica de la Palabra de Dios

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca... y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Mateo 7:24-25.

Terminó Jesús su enseñanza en el monte con una ilustración que presenta en forma muy vívida cuán importante es practicar las palabras que había pronunciado. Entre la muchedumbre que se aglomeraba alrededor del Salvador, eran muchos los que se habían pasado la vida cerca del mar de Galilea. Mientras escuchaban las palabras de Cristo, sentados en la ladera, podían ver los valles y los barrancos por los cuales corrían hacia el mar los arroyos de las montañas. A menudo estos arroyos desaparecían completamente en el verano y quedaba solamente un canal seco y polvoriento; pero cuando las tempestades del invierno se desencadenaban sobre las colinas, los ríos se convertían en furiosos y bramadores torrentes, que algunas veces inundaban los valles y arrastraban todas las cosas en su riada irresistible... Pero en lo alto de las cuestas había casas edificadas sobre la roca. En algunos sectores del país las viviendas se construían enteramente de piedra, y muchas habían resistido mil años de tempestades... y el viento, la riada y la tempestad las atacaban en vano.
El que recibe las palabras que os he hablado y las convierte en el cimiento de su carácter y su vida, dijo Jesús, es como los que construyen su casa sobre la roca. Siglos antes, el profeta Isaías había escrito: “La palabra del Dios nuestro permanece para siempre” ( Isaías 40:8), y Pedro años después de que se pronunciara el Sermón del Monte, al citar estas palabras de Isaías, añadió: “Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” 1 Pedro 1:25. La Palabra de Dios es lo único permanente que nuestro mundo conoce. Es el cimiento seguro. “El cielo y la tierra pasarán—dijo Jesús—, pero mis palabras no pasarán” Mateo 24:35.
Los grandes principios de la ley, que participan de la misma naturaleza de Dios, están entretejidos en las palabras que Cristo pronunció sobre el monte. Quienquiera que edifique sobre esos principios edifica sobre Cristo, la Roca de la eternidad. Al recibir la Palabra, recibimos a Cristo, y únicamente los que reciben así sus palabras edifican sobre él. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” 1 Corintios 3:11. “No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4:12. Cristo, el Verbo, revelación de Dios y manifestación de su carácter, su ley, su amor y su vida, es el único fundamento sobre el cual podemos edificar un carácter que permanecerá...
Si prestamos atención a la luz que tenemos, recibiremos más luz. Edificaremos sobre la Palabra de Dios y nuestro carácter se formará a semejanza del carácter de Cristo. Cristo, el verdadero fundamento, es una piedra viva; su vida se imparte a todos los que son edificados sobre él. “Vosotros también como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual” 1 Pedro 2:5... Ninguna tempestad puede destruir ese edificio.

jueves, 28 de junio de 2012

TEMA: EL MAESTRO DE DANIEL


Dios Mismo Era el Maestro de Daniel


Yo honraré a los que me honran. 1 Samuel 2:30.

Al adquirir la sabiduría de los babilonios, Daniel y sus compañeros tuvieron mucho más éxito que los demás estudiantes; pero su saber no les llegó por casualidad. Lo obtuvieron por el uso de sus facultades, bajo la dirección del Espíritu Santo. Se relacionaron con la Fuente de toda sabiduría, e hicieron del conocimiento de Dios el fundamento de su educación. Con fe, oraron por sabiduría y vivieron de acuerdo con sus oraciones. Se colocaron donde Dios podía bendecirlos. Evitaron lo que habría debilitado sus facultades, y aprovecharon toda oportunidad de familiarizarse con todos los ramos del saber. Siguieron las reglas de la vida que no podían menos que darles fuerza intelectual. Procuraron adquirir conocimiento con un propósito: el de poder honrar a Dios. Comprendían que a fin de destacarse como representantes de la religión verdadera en medio de las falsas religiones del paganismo, necesitaban tener un intelecto claro y perfeccionar un carácter cristiano. Y Dios mismo fue su Maestro. Orando constantemente, estudiando concienzudamente y manteniéndose en relación con el Invisible, anduvieron con Dios mismo como lo hizo Enoc.
En cualquier ramo de trabajo, el verdadero éxito no es resultado de la casualidad ni del destino. Es el desarrollo de las providencias de Dios, la recompensa de la fe y de la discreción, de la virtud y de la perseverancia. Las bellas cualidades mentales y un tono moral elevado no son resultado de la casualidad. Dios da las oportunidades; el éxito depende del uso que se haga de ellas.
Mientras Dios obraba en Daniel y sus compañeros “el querer como el hacer, por su buena voluntad” ( Filipenses 2:13), ellos obraban su propia salvación. En esto se revela cómo obra el principio divino de cooperación, sin la cual no puede alcanzarse verdadero éxito. De nada vale el esfuerzo humano sin el poder divino; y sin el esfuerzo humano, el divino no tiene utilidad para muchos. Para que la gracia de Dios nos sea impartida, debemos hacer nuestra parte. Su gracia nos es dada para obrar en nosotros el querer y el hacer, nunca para reemplazar nuestro esfuerzo.
Así como el Señor cooperó con Daniel y sus compañeros, cooperará con todos los que se esfuercen por hacer su voluntad. Mediante el impartimiento de su Espíritu fortalecerá todo propósito fiel, toda resolución noble. Los que anden en la senda de la obediencia encontrarán muchos obstáculos. Pueden ligarlos al mundo influencias poderosas y sutiles; pero el Señor puede inutilizar todo agente que obre para derrotar a sus escogidos; en su fuerza pueden ellos vencer toda tentación y toda dificultad.

miércoles, 27 de junio de 2012

TEMA: LA EDUCACIÓN EXTREMA


La Educación Más Elevada de Todas

No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:9.

El Salvador nos invita a realizar esfuerzos pacientes y perseverantes en favor de millones de almas esparcidas en todo país, que perecen en sus pecados, como náufragos en una playa desierta. Los que quieran participar de la gloria de Cristo deben también tomar parte en su ministerio y ayudar a los débiles, a los miserables y desanimados.
Hagan de la vida de Jesús su estudio constante aquellos que emprenden esta obra. Sean animados de un celo intenso, y empleen todas sus aptitudes en el servicio del Señor. Los esfuerzos sinceros y exentos de egoísmo obtendrán preciosos resultados. Es del gran Maestro de quien los obreros recibirán su mejor educación. Pero los que no comuniquen a otros la luz recibida verán un día que han experimentado una pérdida espantosa.
Los seres humanos no tienen derecho a pensar que puedan tener límites sus esfuerzos en pro de la salvación de las almas. ¿Se cansó Cristo alguna vez en su obra? ¿Retrocedió él alguna vez ante el sacrificio y las privaciones? Los miembros de la iglesia deben realizar los mismos esfuerzos perseverantes e incansables. Obedientes a la orden del Maestro, deben estar siempre listos para obrar. Dondequiera que encontremos un trabajo que hacer, cumplámoslo mirando constantemente a Jesús. Centenares de almas serían ganadas para Cristo si los miembros de nuestras iglesias siguiesen esas instrucciones. Si cada miembro de la iglesia fuese un misionero vivo, el Evangelio sería anunciado en poco tiempo en todo país, pueblo, nación y lengua.
Todo talento santificado debe ser alistado para proclamar la verdad presente. Si las fuerzas del enemigo ganan la victoria ahora, será porque las iglesias descuidan la tarea que Dios les ha dado. Durante años nos ha sido presentada la tarea que debía ser cumplida, empero muchos han estado durmiendo. Si los cristianos se levantan ahora, para cumplir la obra que se les asignó, la verdad será presentada por la potencia del Espíritu Santo de una manera clara y distinta en las ciudades hasta ahora descuidadas.
Cuando todo el corazón sea puesto en la obra, se verá la eficiencia de la gracia de Cristo. Los centinelas colocados sobre los muros de Sión deben mantenerse alerta y despertar a los que los rodean. El pueblo de Dios debe ser tan ferviente y fiel en la obra del Maestro que todo egoísmo quede separado de su vida. Entonces todos trabajarán en perfecta armonía, y se revelará el brazo del Señor, cuyo poder se manifestó en la vida de Cristo. La confianza volverá a nacer y habrá unidad en las filas de la iglesia.
Cristo le promete a cada obrero la eficacia divina que transformará sus labores en éxito.

lunes, 18 de junio de 2012

TEMA: LA SIMPATÍA HUMANA DE JESÚS


Mediante las Cuerdas de la Simpatía Humana

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Juan 4:7.

Nunca [Cristo] despreció a nadie por inútil, sino que procuraba aplicar a toda alma su remedio curativo. Cualesquiera que fueran las personas con quienes se encontrase, siempre sabía darles alguna lección adecuada al tiempo y a las circunstancias. Cada descuido o insulto del hombre para con el hombre le hacía sentir tanto más la necesidad que la humanidad tenía de su simpatía divina y humana. Procuraba infundir esperanza en los más rudos y en los que menos prometían, presentándoles la seguridad de que podían llegar a ser sin tacha y sencillos, poseedores de un carácter que los diera a conocer como hijos de Dios...
Aunque judío, Jesús trataba libremente con los samaritanos, y despreciando las costumbres y los prejuicios farisaicos de su nación, aceptaba la hospitalidad de aquel pueblo despreciado. Dormía bajo sus techos, comía a su mesa, compartiendo los manjares preparados y servidos por sus manos, enseñaba en sus calles, y los trataba con la mayor bondad y cortesía. Y al par que se ganaba sus corazones por su humana simpatía, su gracia divina les llevaba la salvación que los judíos rechazaban.
Cristo no despreciaba oportunidad alguna para proclamar el Evangelio de salvación. Escuchad las admirables palabras que dirigiera a la samaritana. Estaba sentado junto al pozo de Jacob, cuando vino la mujer a sacar agua. Con sorpresa de ella, Jesús le pidió un favor. “Dame de beber”, le dijo. Deseaba él beber algo refrescante, y al mismo tiempo ofrecerle a ella el agua de vida. Dijo la mujer: “¿Cómo tú, siendo Judío, me pides a mí de beber, que soy mujer Samaritana? porque los Judíos no se tratan con los Samaritanos”. Respondió Jesús: “Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva” Juan 4:7-10...
¡Cuán vivo interés manifestó Cristo en esta sola mujer! ¡Cuán fervorosas y elocuentes fueron sus palabras! Al oírlas la mujer dejó el cántaro y se fue a la ciudad para decir a sus amigos: “Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es éste el Cristo?” Leemos que “muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él” vers. 29, 39. ¿Quién puede apreciar la influencia que semejantes palabras ejercieron para la salvación de almas desde entonces hasta hoy?
Doquiera hay corazones abiertos para recibir la verdad, Cristo está dispuesto a enseñárselas, revelándoles al Padre y el servicio que agrada a Aquel que lee en los corazones. Con los tales no se vale de parábolas, sino que, como a la mujer junto al pozo, les dice claramente: “Yo soy, que hablo contigo”.


domingo, 17 de junio de 2012

TEMA: LOS NIÑOS DEL SEÑOR


La Enseñanza de los Niños

Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. Marcos 10:14.

Jesús conoce la carga del corazón de toda madre. Aquel cuya madre luchó con la pobreza y las privaciones simpatiza con toda madre apenada. El que hiciera un largo viaje para aliviar el corazón angustiado de una cananea, hará otro tanto por las madres de hoy. El que devolvió a la viuda de Naín su único hijo, y en su agonía de la cruz se acordó de su propia madre, se conmueve hoy por el pesar de las madres. El las consolará y auxiliará en toda aflicción y necesidad...
En los niños allegados a él, veía el Salvador a hombres y mujeres que serían un día herederos de su gracia y súbditos de su reino, y algunos, mártires por su causa. Sabía que aquellos niños le escucharían y le aceptarían por Redentor con mejor voluntad que los adultos, muchos de los cuales eran sabios según el mundo, pero duros de corazón. Al enseñarles, se colocaba al nivel de ellos. El, la Majestad de los cielos, respondía a sus preguntas y simplificaba sus importantes lecciones para que las comprendiera su inteligencia infantil. Plantaba en la mente de ellos la semilla de la verdad, que años después brotaría y llevaría fruto para vida eterna.
Al decir Jesús a sus discípulos que no impidieran a los niños acercarse a él, hablaba a sus seguidores de todos los siglos, es decir, a los dirigentes de la iglesia: ministros, ancianos, diáconos, y todo cristiano. Jesús atrae a los niños, y nos manda que los dejemos venir; como si nos dijera: Vendrán, si no se lo impedís...
Mientras el Espíritu Santo influye en los corazones de los niños, colaborad en su obra. Enseñadles que el Salvador los llama, y que nada le alegra tanto como verlos entregarse a él en la flor y lozanía de su edad.
El Salvador mira con infinita ternura las almas que compró con su sangre. Pertenecen a su amor. Las mira con indecible cariño. Su corazón anhela alcanzar, no sólo a los mejor educados y atractivos, sino también a los que por herencia y descuido presentan rasgos de carácter poco lisonjeros. Muchos padres no comprenden cuán responsables son de estos rasgos en sus hijos... Pero Jesús mira a estos niños con compasión. Sabe seguir el rastro desde la causa al efecto.
El obrero cristiano puede ser instrumento de Cristo para atraer al Salvador a estas criaturas imperfectas y extraviadas. Con prudencia y tacto puede granjearse su cariño, puede infundirles ánimo y esperanza, y mediante la gracia de Cristo puede ver como su carácter se transforma, de modo que resulte posible decir con respecto a ellos: “De los tales es el reino de Dios”.

sábado, 16 de junio de 2012

TEMA: EL INVESTIGADOR HUMILDE


El Investigador Humilde Puede Aprender

Muéstrame, oh Jehová, tus caminos. Salmos 25:4.

La revelación no es la creación ni la invención de algo nuevo, sino la manifestación de algo que, antes que fuera revelado, era desconocido para los seres humanos. Las grandes y eternas verdades contenidas en el Evangelio, son reveladas mediante la investigación diligente y la humillación de nuestro ser delante de Dios. Tenemos un Maestro divino que guía la mente del humilde buscador de la verdad; y mediante la dirección del Espíritu Santo recibe la revelación de las verdades de la Palabra. Y ningún conocimiento de la verdad puede ser más acertado y eficiente que cuando se es conducido así a toda verdad. Mediante la impartición del Espíritu Santo comprenderemos la Palabra de Dios. Se nos amonesta a buscar la verdad como si estuviéramos buscando un tesoro escondido.
El Señor abre el entendimiento del investigador honesto. El Espíritu Santo capacita la mente para comprender las realidades de la revelación, y de ese modo la luz divina se comunica con el alma. En esto consiste el abrir los ojos para contemplar el tesoro genuino y así la mente se aferra a las glorias de un mundo mejor. El alma desea ardientemente la excelencia de Jesucristo.
Jesús fue el Maestro más singular que el mundo jamás conociera. Presentaba la verdad mediante declaraciones claras y convincentes, y las ilustraciones que utilizaba eran de un carácter puro y elevado. Nunca mezclaba símbolos y figuras vulgares con su instrucción divina, ni trataba de satisfacer la curiosidad de la gente ni de complacer a quienes sólo escuchan para entretenerse. Nunca rebajó la verdad al nivel de lo común... Sus palabras eran del carácter más puro y elevado... No humilló la verdad para ir al encuentro del hombre en su condición caída ni rebajó la norma de la justicia para adaptarla a su degradación; pero se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz, para poder salvar así a la raza que había sido degradada por la transgresión. No tenía el propósito de abolir la ley de Dios con su muerte, sino más bien de demostrar la inmutabilidad de sus sagradas pretensiones. Su propósito consistía en “magnificar la ley y engrandecerla”, para que todo aquel que mirara a la cruz del Calvario con su Víctima levantada, viera el argumento incontestable de la verdad perfecta de la ley...
Rescató la verdad, aquella verdad eterna, de la compañía envilecedora del error, y le ordenó brillar con todo su fulgor y lustre celestial. Enalteció la verdad para que, a la manera de la luz, iluminara la oscuridad moral del mundo... Jesús restauró el carácter real de la verdad que había sido echada por tierra y la invistió de su verdadera importancia y dignidad. Cristo mismo era la verdad y la vida.

domingo, 10 de junio de 2012

TEMA: SU PODER DELEGADO


Cristo Nos Delega Su Poder

Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte. Lucas 22:31-32.

Como Príncipe de la vida, [Jesús] tenía poder para con Dios y prevaleció por su pueblo. Este Salvador que oró por los que no sentían la necesidad de orar, y lloró por los que no sentían necesidad de lágrimas, está ahora delante del trono para recibir las peticiones de aquellos por quienes oró en la tierra y presentarlas a su Padre. El ejemplo de Cristo es para que lo sigamos. En nuestro trabajo por la salvación de las almas necesitamos de la oración. Sólo Dios puede aumentar la cosecha de la semilla que sembramos.
Muchas veces fracasamos porque no nos damos cuenta de que, mediante su Espíritu, Cristo está con nosotros como cuando se movía visiblemente sobre la tierra en los días de su humillación. El tiempo transcurrido desde entonces no ha producido ningún cambio en la promesa de despedida que les hizo a sus discípulos al ser llevado de entre ellos al cielo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” Mateo 28:20. El ha ordenado que haya una continua sucesión de hombres y mujeres que deriven su autoridad de los primeros maestros de la fe, para que continúen predicando a Cristo y a éste crucificado. El gran Maestro ha delegado poder a sus siervos, quienes “tenemos este tesoro en vasos de barro” 2 Corintios 4:7. Cristo supervisará la obra de sus embajadores si ellos esperan sus instrucciones y dirección...
Con un fervor y una fe que no se podrán esconder, le suplicarán a Dios que les dé fortaleza para trabajar y soportar las pruebas, y que sus labios sean santificados por el contacto con el carbón encendido del altar, para hablar las palabras de Dios al pueblo. “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios” Isaías 50:4.
Cristo le dijo a Pedro: “Simón. Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte”. ¿Quién puede estimar los resultados de las oraciones del Redentor del mundo? Cuando Cristo vea el trabajo de su alma y quede satisfecho, entonces se podrá ver y comprender el valor de sus fervientes oraciones mientras su divinidad estaba velada por la humanidad.
Jesús suplicó no sólo por uno, sino por todos sus discípulos: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo” Juan 17:24. Su ojo penetró el oscuro velo del futuro y leyó la historia de la vida de cada hijo e hija de Adán. Sintió las cargas y las tristezas de cada alma sacudida por la tormenta, y aquella ferviente oración incluyó, junto con los discípulos que vivían entonces, a todos sus seguidores hasta el fin del tiempo... Esa oración nos abarca también a nosotros... Cuando falla todo el apoyo humano, entonces Jesús acude en auxilio nuestro, y su presencia disipa las tinieblas y levanta la nube de desaliento.