lunes, 4 de junio de 2012

TEMA: INVITACIÓN DE JESÚS


Cristo Invita Nuestra Confianza

Jesús le dijo... Sígueme.  Lucas 9:59

La caída de nuestros primeros padres rompió la cadena dorada de la obediencia implícita de la voluntad humana a la divina. Nunca más la obediencia ha sido considerada una necesidad absoluta. Los agentes humanos van tras sus propias imaginaciones, acerca de las cuales el Señor dijo—refiriéndose a los habitantes del mundo antiguo—que se dirigían continuamente hacia el mal. El Señor Jesús declaró que él había guardado los mandamientos de su Padre. ¿Cómo? ¡Como hombre! “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” Hebreos 10:7. Frente a las acusaciones de los judíos se mantuvo con su carácter puro, virtuoso y santo mientras los desafiaba: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Juan 8:46. El Redentor del mundo no vino únicamente para constituirse en un sacrificio por el pecado, sino con el fin de ser un ejemplo para el hombre en todas las cosas. Era un Maestro, un educador tal como el mundo nunca antes había visto ni oído. Hablaba como quien tiene autoridad, pero al mismo tiempo invita a la confianza de todos...
Mediante su palabra y su ejemplo práctico el Hijo unigénito del Dios infinito nos ha legado un modelo sencillo que debemos copiar. Mediante sus palabras nos ha educado para que le obedezcamos a Dios, y mediante su propio ejemplo nos ha mostrado de qué modo le podemos obedecer. Su deseo es que cada ser humano realice esta mismísima obra, que le obedezca a Dios inteligentemente y que por precepto y ejemplo enseñe a otros lo que deben hacer para transformarse en hijos obedientes de Dios.
Jesús ha hecho posible que todo el mundo obtenga un conocimiento inteligente de su misión y obra divinas. Vino para representar el carácter de su Padre ante el mundo, y a medida que estudiamos la vida, las palabras y las obras de Jesucristo, en todo sentido recibimos ayuda en la educación de la obediencia a Dios; y al imitar el ejemplo que nos ha dado, nos transformamos en epístolas vivientes conocidas y leídas por todos los hombres. Nosotros somos los medios humanos vivientes llamados a representar el carácter de Jesucristo ante el mundo. Cristo no sólo dio reglas explícitas para demostrarnos de qué manera podemos llegar a ser hijos obedientes, sino que con su propia vida y carácter ilustró exactamente cómo realizar aquello que es correcto y aceptable ante Dios, de modo que no hubiera excusa para que no hiciéramos lo que es agradable ante su vista.
Siempre debiéramos estar agradecidos porque Jesús nos ha probado con hechos reales que el hombre puede guardar los mandamientos de Dios, desmintiendo con ello la falsedad satánica de que el hombre no los puede guardar. El gran Maestro vino a nuestro mundo para ocupar su lugar a la cabeza de la humanidad, para así elevar y santificar a la humanidad mediante su obediencia santa a todos los requerimientos divinos, y demostrando al mismo tiempo que es posible obedecer todos los mandamientos de Dios. Así comprobó que es posible gozar de una vida entera de obediencia. De la misma manera, él envía a seres humanos al mundo—igual como el Padre envió a su Hijo—, para que ilustren la vida de Jesucristo con sus propias vidas...
Jesús dice: “Sígueme”.

0 comentarios:

Publicar un comentario